viernes, 30 de noviembre de 2012

UNA CASTA SAGRADA



UNA CASTA SAGRADA
(Artículo de 1916)



     Desde niño estoy oyendo hablar con respeto, casi con veneración, de la clase contribuyente. Esta clase contribuyente, a juicio de muchos, debe ser la más favorecida, la más mimada por las leyes, ya que ella es la que paga los gastos de la administración pública. Ahora mismo nuestros legisladores, mejor dicho, los empingorotados legisladores americanos que legislan por nosotros, legisladores que no ven más allá de sus narices, han decretado que pierden el voto nuestros analfabetos todos; todos, menos aquellos que paguen tres o más dólares de contribución. A estos, así no hayan visto un tintero en su vida, no les alcanza la tiránica expoliación. Estos carecerán de letras, pero no de capacidad; (ya se sabe que la falta de capacidad de los analfabetos es el burdo pretexto). Y no carecerán de capacidad, aunque carezcan de letras, porque pertenecen a la clase sagrada, a la casta sacrosanta de los contribuyentes. Pues bien; cierto certero y malhadado instinto que he tenido siempre de las grandes injusticias sociales, me llevó a preocuparme de estos fueros de que goza en todas partes la clase contribuyente, y de esta preocupación he venido a parar al descubrimiento de que en este punto también es disparatado y maligno el sistema social que nos oprime y descoyunta desde la cuna. ¿Quién le ha dicho a nadie que los que tienen bienes sujetos a contribución son los únicos contribuyentes? Precisamente los más ricos, los que le pagan al Tesoro más, son los que en realidad menos contribuyen. Parece una paradoja, pero es una verdad como un templo: los mayores contribuyentes son los menores contribuyentes. Y no me abra nadie la boca creyendo que he dicho un desatino, porque aquí el único desatino, el desatino mayúsculo y bárbaro lo cometen únicamente los rutinarios, los que juzgan de las cosas por la superficie, los que no se paran jamás ni un minuto a preguntarse en serio si lo que les enseñaron sus padres o sus maestros será o no un nauseabundo disparate, conservado y transmitido con veneración de padres a hijos. ¿Quiénes son, dónde están, cómo se llaman los verdaderos, los únicos, los más grandes contribuyentes? Pues son los pobres, y están en todas partes, pero más en el campo que en la ciudad, y se llaman una veces jíbaros y otras obreros. Y donde quiera que estén y como quiera que se llamen, son ellos los que más contribuyen. Sí, amigo don Juan, amigo don Antonio y amigo don Pedro: aunque cada uno de ustedes tiene, de buena fe, la creencia de que el camino y la calle y la luz y el ferrocarril y la escuela y el acueducto deben ser iniciados por ustedes y para ustedes, por la razón, aparentemente apabullante, de que cada uno de ustedes contribuye con mil, con diez mil, con veinte mil monedas para los gastos públicos, es lo cierto que por debajo de ustedes, muy abajo, está alguien que contribuye más, mucho más que ustedes. Ese alguien, que está tan abajo que ustedes casi no le alcanzan con la vista, anda sucio, desgreñado, descalzo y haraposo; pero, os lo digo otra vez, contribuye mucho más que ustedes. Porque, mientras ustedes contribuyen con dinero, con más o menos dinero, ellos contribuyen con su sudor, con su fatiga; con su espinazo doblado todo el santo día, bajo el furor del sol, sobre la tierra mojada o tostada de ustedes; con su ahinco, con su afán, con su miseria, con su dolor de carecer de todo, con su hambre, con su sed, con su sangre, con su salud, con su fuerza, con su alegría, con su orgullo, con su vida. ¿Creen ustedes que es floja la contribución ésta? Pues ¡ca! vamos a ver ahora mismo quién de ustedes, mis queridos y gordos amigos don Juan, don Antonio y don Pedro, se lanza a la vega con azada en mano y me trabaja al sol, por una sola vez siquiera, durante seis horas. --"Pero es que- me diréis-- es que, aún admitiendo que ellos dan todo eso, es lo cierto que lo dan porque nosotros con nuestro dinero les suministramos el medio de darlo."  Muy bien, muy bien. Ustedes con su dinero son los que les exprimen su sudor: muy bien. Pero ¿qué vale más, el dinero de ustedes o la vida de ellos? Seguro estoy de que sois unas buenas personas; pero más seguro estoy todavía de que en vuestro fuero interno estáis contestándome, con una sonrisita socarrona, que vale más el dinero de ustedes que la vida de ellos. Pero yo os lo vuelvo a preguntar: ¿y quién le hace más falta a quién? ¿Ustedes con su dinero a ellos, o ellos con su trabajo a ustedes? Si ellos, miles y más miles de ellos no hubieran trabajado, ¿tendrían ustedes su dinero? Ahora mismo, que se les castiga por no saber leer ni escribir, si ellos, obedientes a la lección del imbécil castigo, dejan bruscamente el campo o el taller y se vienen todos en tropel al pueblo pidiendo que les enseñen a leer y escribir, ¿a cuántos de ustedes dentro de un  año les quedaría una mísera peseta? ¿No ven ustedes, hombres de Dios, que su empingorotado capital de ustedes no puede subsistir sin ellos, y que ellos, en cambio, sin el capital de ustedes, seguirían teniendo brazos, que es todo cuanto necesitan para vivir?... ¡Ay, mis buenos pero incomprensivos amigos don Juan, don Antonio y don Pedro!...




VOCABULARIO




  1.Empingorotados= Elevados, engreídos, presuntuosos, soberbios.

  2.Expoliación= Despojo, usurpación, privación.

  3.Burdo= Vulgar, ordinario, grosero.

  4.Casta= Clase, condición, categoría.

  5.Malhadado= Desventurado, infortunado, desdichado, desgraciado.

  6.Fueros= Privilegios, exenciones, concesiones.

  7.Descoyunta= Que desquicia, perturba, altera.

  8.Verdad como un templo= Aquella que es evidente o la que se tiene por tal.

  9.Rutinarios= Personas que tienen el hábito de hacer las cosas sin pensarlas.

10.Apabullante= Imponente, formidable, excepcional.

11.Ahinco= Empeño, tesón, fervor, perseverancia.

12.¡Ca!= Interjección negativa de carácter popular que indica sorpresa, disgusto, enfado.

13.Socarrona= Burlona, irónica, sarcástica.





                                                                                          

martes, 27 de noviembre de 2012

LA MORAL INMORAL



LA MORAL INMORAL
(Artículo de 1915)


     
     Esta "moral inmoral" es la de los cines, según la afortunada frase de Mr. Dell, un notable escritor inglés (o americano) acerca de cuya reciente opinión sobre los dramas cinematográficos acabo de ver un magistral artículo en el "Current Opinion" de este mes.
     Los cines tienden, dice Mr. Dell, a producir en poco tiempo una completa anquilosis moral de la comunidad. Como demostración de este serto, Mr. Dell cita el caso de la versión cinematográfica del conocido drama "Los Espectros", de Ibsen. El cinematógrafo ha cogido este drama y ha practicado en él una horrorosa mutilación. Ha dejado en pie la parte meramente superficial, esto es, trama, personajes, escena, episodios, etc., pero le ha quitado la esencia, esto es, el ambiente moral ibsenista. Ya sabemos que Ibsen, como todo hombre de genio, era un hombre inmoral, esto es, enemigo encarnizado de los principios de la moral convencional. Y para atacar, para ridiculizar estos principios de moral corriente, concibió su drama "Los Espectros", en el cual el personaje principal, Osvaldo, se vuelve loco precisamente a causa de que su señora madre fue tan virtuosa que obligó a su padre a buscar, por único lenitivo a la insufrible pesadez de su hogar, la sociedad de mujeres de mal vivir que contaminaron su sangre con el horrendo virus de una enfermedad, muy conocida, que heredó su hijo. Vemos, pues, que en el drama de Ibsen la culpa de todo la tiene la virtud, fría y cruel como toda virtud, de la madre de Osvaldo; y más todavía la del pastor Manders con quien ella quiso fugarse en un rapto de desesperación, y quien austeramente le ordenó a la pobre mujer que volviese al lado de su marido. Y de todo esto, el inmenso genio del divino Ibsen hace que se destaque todo cuanto de estúpido y de odioso tiene la teoría convencional de la santidad del matrimonio. 
     Pues bien; en el cine todo queda lo mismo, menos la moral de la obra. Ya no es la madre de Osvaldo, sino el padre, el culpable de todo. Ya no es la virtud de puerco espín de la madre, como quiso Ibsen, la que produce la tragedia, sino el vicio del padre, a quien se hace aparecer como un bandido que se casa a sabiendas de que padece una terrible enfermedad transmisible por herencia, y que, además, le enseña a su inocente hijito a beber cerveza; de todo lo cual se infiere que es un mal hombre, cuando en realidad era, cuando salió de la cabeza de Ibsen, un pobre hombre incapaz de mirar mal a una pulga, pero sanmente, normalmente aficionado al placer. La esposa y madre del cine, en cambio, nos la pintan como una santa y una mártir, y nadie adivinaría que Ibsen la creyó culpable. Pero aún hay más. En la escena final del drama, según la escribió Ibsen, es la madre de Osvaldo quien da a éste por su propia mano el veneno. Pero esto ya es mucho para el cine. Y vemos en la cinta que Osvaldo se arrastra por el suelo haciendo muecas y llega hasta la mesa donde está el veneno y lo toma con su propia mano. Vienen entonces la madre y el pastor, y aquélla, horrorizada ante el cadáver de su hijo querido, cae sin sentido en los brazos protectores del pastor... ¡Virtuosa hasta el fin!
     Y dice Mr. Dell: "Así, esterilizadas, castradas, completamente inofensivas, se representan tales obras maestras ante el público de los cines. Toda la hiel, toda la fiebre del pensamiento, de la duda, de la curiosidad... queda eliminada. Se conserva, sin embargo, la cáscara, y aquellos que han visto la cinta creen que han visto "Los Espectros" de Ibsen, según reza el anuncio, cuando en realidad lo que han visto es un mamarracho propio de un kindergarten. Y de este modo se le roba al arte su ponzoña, su verdad, el secreto eterno de sus nobles triunfos". Otro escritor, William Marion Reedy arremete contra el cine y dice: "Los dramas del cine son casi siempre un insulto a cualquiera inteligencia que esté sobre el nivel de las novelas por entregas  (the dime novel)."
     Señoras y señores: no saben ustedes con el gusto que yo reproduzco estas opiniones que de un modo tan fiel coinciden con las mías. Yo también, yo también reclamo el honor de haber dicho pestes, hace más de un año, en la malograda "Revista de las Antillas", de la babosa y apestosa moral del cine.
     Cuando ya la tontería humana parecía cansada de tragarse en el teatro embelecos artísticos en que se peca de una manera atroz contra la psicología y el buen gusto, en nombre de una moral de catecismo que no convence ni a los niños, viene el cine a servirle de vertedero a los autores chirles, y otra vez tenemos el innoble espectáculo de la tontería humana tragándose embobada todo cuanto de falso y de feo y de memo queda por el mundo disfrazado de arte. Y, gracias al cine, sigue triunfando y perpetuándose la mojigatería de nuestros bárbaros antepasados, con la cual y por la cual se cometió y se sigue cometiendo el atroz crimen que consiste en tratar de meter todo el perfume de la vida en un grosero y fétido zapato de patán.



VOCABULARIO



  1.Moral= Cualidad de las acciones humanas con respecto al bien y al mal. Valores de una persona o una colectividad que se consideran éticamente aceptables.

  2.Anquilosis= Disminución o detención de algo en su progreso.

  3.Virtuosa= Que su comportamiento se ajusta a las normas o leyes morales (ver núm.1).

  4.Lenitivo= Medio para mitigar la pena o el sufrimiento.

  5.Fría= Insensible, indiferente, desafecta.

  6.Rapto= Impulso, arrebato, resolución.

  7.Esterilizadas= Purificadas, purgadas, depuradas.

  8.Castradas= Mutiladas, apocadas, menguadas.

  9.Hiel= Pesares, disgustos, penas, tristezas.

10.Fiebre= Entusiasmo con que se realiza una actividad.

11.Mamarracho= Cosa defectuosa, imperfecta.

12. Chirles= Insulsos, triviales, insustanciales.

13.Mojigatería= Hipocresía, simulación, farsa.

14.Fétido= Hediondo, pestilente, maloliente.

15.Patán= Hombre palurdo, rústico, ordinario.







jueves, 22 de noviembre de 2012

LOS RESPETABLES



LOS RESPETABLES
                                                 (Artículo de 1916)


     

     Una vez más necesito decir, necesito gritar que no hay nada en el mundo que me reviente más que los respetables. Cada dos o cada tres años, este odio de los respetables, que siento desde que era niño, se me sube a la cabeza con tal fuerza que no tengo más remedio que abrirle la válvula de las confidencias, porque sé que si no se la abro me muero. Creo que en el mundo la única plaga verdaderamente grande e incurable es la plaga de los hombres respetables. Dadme un bandido, un matón, un jaguar, y lo mandaré a una trinchera y no pasará un mes sin que haga una sonada y se convierta en héroe. Dadme un bribón, un trapacista, un zorro, y le enseñaré finas maneras y cuatro lugares comunes y será una eminencia en el campo del comercio, de la abogacía, de la burocracia o de la diplomacia. Pero, por Dios, no me déis nunca al hombre tieso y grave cuyo instinto más fuerte, o cuyo único instinto, es el de la respetabilidad, porque nunca sabré qué hacer con él, sino pedirle con todo fervor al cielo un rayo que lo parta o un infierno que se lo trague.     
     El hombre respetable no tiene su centro de gravedad en sí mismo, sino en los demás. Lo que los demás crean bueno, él lo tendrá también por bueno y lo convertirá en norma inflexible de su vida. En todo entierro vestirá de negro y hablará en voz baja, y parecerá triste, no porque le importe un comino la muerte o la vida de nadie, sino porque se trata de un entierro y otra conducta no sería decorosa. (A este hombre sangrigordo no se le cae nunca la palabra decoro de la boca). En una boda es diferente, en una boda le verán ustedes, eso sí, comedido y cuidadoso, como siempre, de su ropa y su ademán; pero estará animado, casi alegre, y hasta se permitirá un chistecito, el mismo chistecito discreto y recortado a tijera que soltó en la otra boda y que soltará en la venidera; porque hay que advertir que este hombre abominable va a todos los entierros y a la mayor parte de las bodas. Y lo mismo que en la boda y en el entierro estará en la tertulia de la botica, y en la iglesia o la logia, y en la audiencia, y en el teatro, y en la reunión social o política, y en la calle y en el trolley; y en donde quiera que esté o dondequiera que vaya, su preocupación única, avasalladora, perenne, será parecer bien, no desentonar, gozar de la buena opinión de las gentes. A él poco le importa ser: su único anhelo es parecer. Parecer serio, buena persona, formal, bien educado, intachable. De la misma manera que su traje no tiene una arruga, porque antes de ponérselo lo cepilló y lo limpió cuidadosamente, en su alma no hay jamás tumultos de ideas, ni surcos de melancolía o de inquietud, ni nieblas de recuerdos o de ensueños: todo en ella está en orden, todo clasificado, medido, catalogado, cepillado y limpio y colocado pulcramente en su sitio. ¿Hablar mal de nadie? Jamás. Esto compromete; esto puede traerle enemistades, malas consecuencias. Además, él no odia. No odia, porque no ama. Y no odia ni ama, porque esto de amar y de odiar nada deja, y él sólo está atento a aquello que deja. Además, amar y odiar requieren corazón, sangre, nervios, carne y hueso, hunanidad, y él no es un hombre, él es una máquina, un autómata, un maniquí siniestro hecho para simular acciones, palabras, movimientos, impulsos humanos; pero no para sentir o para pensar. Con la misma impasibilidad con que le coloca a un héroe una medalla en el pecho, o una corona al poeta, solicita una sentencia de muerte, o la pronuncia, o la ejecuta. Y este hombre condenado que jamás se sale de sí mismo, que jamás peca porque jamás siente; este hombre gris de alma glacial donde no hay nada verde; este autómata absurdo que cruza indiferente, insensible, muerto, por un mundo convulso de dolor, de anhelo, de miedo, de amor y de odio, de gozo y de rabia; este hombre de cemento que debiera llevarse a un museo o a la cárcel, es el que, por virtud de una organización social  estúpida e infame hecha para el triunfo de lo muerto, vence siempre, manda siempre, estrangula siempre a todos y estrangula a la Vida con el dogal inexorable de su criterio de egoísta inhibición, de cobarde negación, de vil y canalla y cochina conservación, que es lo mismo que decir estancación, tumefacción, putrefacción de todas las cosas.     
     Hombre ropero, hombre panteón, que le quieres imponer el ritmo de tu paso de momia a la vida, hombre respetable que me aburriste en el entierro y me sublevaste en la boda y me exasperaste en la tertulia de la botica, y me martirizas y me hielas con tu ropa y tu cara y tu ademán donde quiera que voy: si hay infierno y gloria, y tú -que jamás pecas- subes a la gloria, ya lo sabes: a tí y a nadie más que a tí le deberé el gran favor de encontrar simpático al demonio y de sentirme cómodo y contento y feliz en el infierno.




VOCABULARIO


  1.Reviente= Que desagrada, agobia, fastidia.
  

  2.Plaga= Calamidad, infortunio, desdicha.
  

  3.Jaguar= Persona cruel y sanguinaria.
  

  4.Sonada= Se dice de un hecho memorable divulgado con mucho ruido y admiración.
  

  5.Trapacista= Persona que con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto.
  

  6.Zorro= Astuto, pícaro, taimado.    

  7.Avasalladora= Que tiene el poder para dominar.
  

  8.Desentonar= Discrepar, disentir, diferir.
  

  9.Tumultos=  Inquietudes, preocupaciones, curiosidades.  

10.Glacial=  Que no tiene afecto. 

11.Convulso= Crispado, conmocionado, alterado.

12.Cochina= Repugnante, repulsiva, despreciable.

13.Botica= Farmacia.




martes, 13 de noviembre de 2012

AL HOMBRE PULPO



AL HOMBRE PULPO
(Artículo de 1915)

     
     Entre las cosas antipáticas de este mundo pecador, cuya contemplación me acibara y acorta la vida, ninguna lo es tanto como cierto ejemplar de hombre (o de mono) muy abundante en todos los climas, pero más abundante que en todas partes en esta ventorrillesca isla de Puerto Rico. Este hombre, o este mono, -hombre por fuera, mono por dentro- suele ser casi siempre joven, sanote, satisfecho de sí mismo, guapote, elegante; rígidamente elegante con elegancia americana de pavo bien comido. Todo en él está bien: todo en él, desde el sombrero a los zapatos, brilla con ese orden, esa compostura, esa meticulosa y afectada pulcritud, ese sentido de conservación  y de mal disimulada ostentación que se suele notar desde la escalera en algunas casas de burgueses ricos.
     Viste bien; anda bien; huele bien; habla bien (aunque no dice nada); saluda bien; come bien; duerme bien. Y casi siempre sabe (mal) dos o tres idiomas; casi siempre posee un título universitario de médico o abogado; casi siempre es miembro distinguido de una congregación respetable (bar de abogados, asociación médica, Caballeros de Colón, etc.); casi siempre es casado (el matrimonio cuando no da dinero da respetabilidad); casi siempre es correcto; casi siempre está haciendo conatos de ingenio, hombría de bien y amabilidad de jalea de guayaba; casi siempre tiene en remojo una sonrisita que parece decirnos: "Para usted, y nada más que para usted"; y, finalmente, siempre, siempre -y ahora no hay casi que valga- nuestro maravilloso equilibrista se las arregla de tal modo que la sociedad en que vive se derrite en afecto y hasta de admiración por él y se desvive por hacerle próspero y feliz.
     -¿Y qué talismán -se me dirá-, qué talismán posee tal hombre para lograr tal éxito? ¿Será muy talentoso? No; no es muy talentoso, ni siquiera talentoso a secas. ¿Será muy bueno? No; no es muy bueno, ni siquiera bueno. Es simplemente un hombresito de gelatina que precisamente por no tener olor, color, ni sabor determinado, por no tener nada de lo que constituye y delinea una personalidad, se adapta bien a toda situación. Si hay que hablar, habla; si hay que reir, ríe; si hay que llorar, llora a moco tendido; si hay que toser, tose; si hay que bailar o pelear, baila o pelea; si hay demasiado calor, no se asfixia, ni siquiera suda; si hay demasiado frío, no se hiela, ni siquiera tirita. Su fuerte es ese precisamente: no desentonar, no chocar nunca con nada ni con nadie, ser siempre y a cualquier precio hombre discreto, correcto, oportuno.
     -Pero -se me volverá a decir- ¿por qué le ha de resultar a usted antipático un hombre a quien usted mismo atribuye la buena condición de discreto y correcto en todas las cosas?
     -Pues precisamente por eso, respondo yo: porque creo firmemente que todo ejemplar humano dotado de un temperamento tan nulo, tan neutro, tan tirado a cordel, tan susceptible de ser puesto en hora  y manejado como se maneja un reloj; tan adaptable que jamás desentona ni choca, resultando por ello un prodigio de corrección y por ello también un objeto de respeto y de mimo y hasta de admiración para el vulgo, es, bien mirado, lo más irritante, lo más detestable que Dios echó al mundo.
     Dadme hombres, esto es, organismos vivos en que vibre un temperamento e irradie un espíritu; dadme hombres de carne y hueso, aunque los saquéis de presidio con las manos manchadas de crimen, y estaré satisfecho o resignado; pero ahora y a la hora de mi muerte libradme por Dios, del hombre máquina, incoloro e inodoro, medido, pesado, cocido, colado y tapado, que falto de toda nota personal en su carácter, resulta “discreto”, esto es, una monstruosa combinación de tejidos humanos donde, en lugar de un alma, encontramos, haciendo sus veces, la cuerda enrollada de un reloj.
     Pero este hombre amorfo, que, precisamente por no tener la personalidad que da el talento ni la que da la bondad, no desentona ni choca con nada ni con nadie, es el niño mimado de la sociedad en que vive, y el pueblo lo adora, y el gobierno no sabe dar un paso sin él (se ha descubierto recientemente que la cualidad fundamental de todo gobierno civilizado es la estupidez).
     Y yo os digo, señoras y señores, que este monstruoso ejemplar humano, mezcla de hombre y de mono, que os he presentado, no solamente no aporta nada positivo a la sociedad que tan bien lo trata, sino que es un mal hombre, una ostra, un vil roedor despojado de todo calor de humanidad. Por fuera parece todo bien en él, porque todo funciona con la imperturbable regularidad de un cronómetro; pero si os asomáis a su alma de latón la veréis tan falsa, tan fría, tan rapaz, tan mezquinamente sórdida y hostil a todo lo que no sea su negocio, tan ferozmente cerrada a toda simpatía, a toda honda comprensión y compasión de otras almas, que sentiréis asco y horror de haber mirado, y tendréis gusto en acompañarme en la fervorosa oración con que quiero cerrar este artículo:
     Hombre máquina, hombre de alma viscosa de pulpo que te pavoneas en lo más alto de nuestra escala social; hombre discreto en que toda palabra o acción sale tasada, recortada, cocida, molida y colada; hombre falso y vano que serías inofensivamente cursi como un pavo, si no fueras malévolo, vil, cobarde, y peligroso como una terrible alimaña; hombre triunfador, hombre cumbre, hombre sol:
     ¡Mal rayo te parta!...
 


VOCABULARIO



 
  1.Acibara= Que turba el ánimo con algún pesar o desazón.
 
  2.Mono= Persona de poco seso y afectado en sus modales.
 
  3.Ventorrillesca= Semejante a los ventorrillos (venta, pequeña o mala, en las afueras de una población).
 
  4.Sanote= Adjetivo familiar y aumentativo de sano (que goza de buena salud). 
 
  5.Guapote= Adjetivo familiar y aumentativo de guapo (apuesto).
 
  6.Elegante= Dícese de la persona que viste con esmero y cuidado y con entera sujeción a la moda.

  7.Pavo bien comido= Dícese de la persona que se muestra muy satisfecha de sí mismo.

  8.Compostura= Disposición o porte.

  9.Meticulosa= Detallista, cuidadosa, minuciosa, concienzuda.

10.Afectada= Falsa, fingida, estudiada, simulada.

11.Pulcritud= Esmero y minuciosidad en el aseo.

12.Ostentación= Presunción, afectación, alarde.

13.Conatos= Intentos o amagos de una acción que no llega a terminarse.

14.Ingenio= Perspicacia, lucidez, talento.

15.Hombría de bien= Honradez.

16.Amabilidad de jalea de guayaba= Afabilidad empalagosa.

17.Equilibrista= Persona que ejerce astucia en sus actos y juicios.

18.Se derrite en afecto= Que prodiga vehementemente halagos a alguna persona.

19.Talismán= Objeto al cual se atribuyen virtudes portentosas.

20.Llora a moco tendido= Expresión coloquial para indicar que se hace copiosa y aparatosamente.
 
21.Fuerte= Aquello en que más sobresale uno.

22.Desentonar= No estar de acuerdo con el entorno.

23.Chocar= Causar disgusto.
 
24.Nulo= Incapaz, inepto.

25.Neutro= Ambiguo, impreciso, indeterminado.

26.Tirado a cordel= Dispuesto en tal forma que no se desvía a uno u otro lado.
 
27.Hombre máquina= Persona insensible que obra artificiosamente.

28.Ostra= Dícese de la persona cerrada a toda simpatía.

29.Alma de latón= Persona de escasa sensibilidad.

30.Pavoneas= Que hace vana ostentación de alguna cosa.

31.Tasada= Limitada, escasa.
 
32.Cursi= Presuntuoso, afectado, pretencioso.

33.Alimaña= Animal dañino.

34.Cumbre= Grado último a que puede llegar una cosa.

35.Sol= Se usa para ponderar las cualidades de una persona.



lunes, 5 de noviembre de 2012

¿SENADO Y CAMARA O VENTORRILLOS?




¿SENADO Y CAMARA O VENTORRILLOS?
(Fragmento del artículo de 1917 Hoy como Ayer)

    

     La cosa no va por buen camino. No va por buen camino, amigos míos, porque siguen ustedes pegados como lapas a las viejas prácticas, a la idiota rutina de que los hombres busquen a los puestos públicos y no los puestos públicos a los hombres.
     Y ahora ya está usted a punto de cometer, con la mayor frescura del mundo, el disparate, el crimen imperdonable de contribuir con su voto a que nuestro Senado y nuestra Cámara se conviertan en unos ventorrillos, en meros puestos de exhibición de ñames y batatas con corbata, cuando no en un comedero y en un engordadero de media docena de... de esa clase de glotones tragaldabas cuyo único ideal es servirle fielmente a las corporaciones para que las corporaciones les sirvan suculentamente a ellos.



VOCABULARIO



  1.Ventorrillos= Venta popular o mala en las afueras de una población.

  2.Pegados como lapas= Dícese de las personas obstinadas, tercas, testarudas.

  3.Ñames y batatas con corbata= En sentido figurativo y familiar, personas que presumen demasiado de sí, pero necias e incapaces.
                                                  
  4.Glotones tragaldabas= Personas codiciosas, voraces, insaciables.
  

A MIS CORRELIGIONARIOS FRATERNALMENTE




A MIS CORRELIGIONARIOS FRATERNALMENTE
(Fragmento del artículo de 1917   A mis Correligionarios Fraternalmente)

    

     No es nuestra gente del campo tan lila que no comprenda, que no vea, que no palpe...
       
  1.que, el período de prueba para la demostración para gobernarnos, empieza, precisamente, ahora;
    
 2.que, los más interesados en que este nuevo régimen no fracase, son, precisamente, los hombres de mediana o de ninguna fortuna de los pueblos, hombres que sólo se acuerdan algunos, los más de nuestros sempiternos candidatos para todo, cuando llega, como ahora, el momento de aspirar a la mano de doña Leonor;
    
  3.que, los poderosos, los privilegiados están bien siempre y por eso somos los medianos y pequeños los necesitados de velar por el completo éxito del gobierno nuevo que vamos a implantar;
    
  4.que, o fracasamos, bochornosa y escandalosamente, desde el primer paso, o nos negamos a que se siga teniendo del Senado y la Cámara la idea absurda de que son algo semejante a una velada o función de cine, donde todo el que paga puede entrar y sentarse a mirar, a toser, y quizás a lucir un buen brillante en la corbata o en el dedo anular;
    
  5.que, porque el momento actual está preñado de arduos y delicadísimos problemas de salud y bienestar públicos a resolver, cometeríamos un crimen contra nosotros y contra el porvenir de nuestros hijos, si dispusiéramos de los puestos del Senado y de la Cámara como se dispone de asientos en una gallera o baile o función de circo, y nos dedicáramos a complacer con ellos a don Fulanito y a don Zutanito, que a lo mejor son buenos muchachos y manejan muy bien su reloj de oro y su rico automóvil, pero que no saben, porque nunca lo aprendieron, nada de lo que es preciso saberse muy bien para hacer algo, para pesar algo en la representación de todo un pueblo y en el manejo de sus más hondos, oscuros e intrincados asuntos políticos, sociales y económicos;
    
  6.que, está bien que don Fulanito y don Zutanito, que no saben de la misa la media, lleven su inconsciencia inexplicable hasta el extremo de olvidar que no se va a un Senado o a una Cámara de país civilizado con la misma despreocupación y afán vanidoso y pueril de lucir el garbo con que se va a un casino, pero no estaría bien ni tendrá perdón de Dios el que, por ceder al halago calculado del momento, fuésemos a poner, en las no probadas manos de don Fulanito y de don Zutanito, cosas tan serias, tan sagradas como aquellas funciones altas de gobierno de que depende nuestra salud y perfeccionamiento social y la salud y el perfeccionamiento social de nuestros hijos;
    
  7.que, no es sólo a la capacidad de los candidatos a lo que debemos atender, sino que es también necesario exigir del candidato aquella firmeza y abnegación en su carácter y en sus convicciones que en todo tiempo nos garantice la más leal y constante y decidida defensa de nuestros derechos e intereses. Y como la única regla sabia para juzgar y conocer a los hombres es atenernos a la experiencia que tengamos de sus actos, dicho se está que aquellos hombres que han sido débiles y plegadizos con el gobierno en contra de los intereses y sentimientos de nuestro pueblo, no deben merecer, por muy adictos a ellos que seamos, nuestra representación... De esta clase de puertorriqueños hay muchos por ahí pretendiendo ahora, como ayer, como siempre, que se les ponga en camino de seguir figurando y medrando; a estos hombres les conocemos todos, porque todos les hemos visto una y cien veces, el pie de que cojean, pero, una de dos, o somos idiotas y la experiencia no nos enseñó nada, o no somos idiotas y la experiencia nos grita ahora que no les permitamos de nuevo a esos tan pedigüeños y tan estériles y tan frescos don Sinvergüencita, don Callandito y don Hipocritita, el volver a las andas, esto es, al feísimo pecado de comerciar descaradamente con lo nuestro y lo de nuestros hijos. Si quieren comerciar, que pongan una tienda, pero que no pretendan seguir haciendo de nuestro pueblo eterno y vil artículo de mercadería;
    
  8.que, aquí, como en muchos países retrasados en su evolución, existe e impera la burda superstición de que a ciertos puestos eminentes sólo deben elevarse los hombres de dinero. Y esta superstición es tan grosera y engañosa y funesta como lo sería la contraria, esto es, la de que a los altos puestos de responsabilidad sólo deben llegar los hombres sin dinero. El tener o no tener dinero nada tiene que ver con lo de tener o no tener capacidad. Y como la capacidad para regir las cosas públicas no se adquiere en el manejo de las privadas, porque tan distantes están ambas zonas de acción como el cielo y la tierra, de ahí que si queremos buscar eficiencia en el gobierno y en la acertada orientación de nuestra vida política, social y económica, no tenemos más remedio que buscar, para pilotos de nuestros destinos, a aquellos hombres que se han preocupado de los problemas públicos y han ahondado en su estudio y se han inquietado y se han quedado calvos (como yo) en la tarea dura de buscarles solución;
    
  9.que, si hemos de proceder limpia y juiciosamente, no hemos de rechazar al rico porque es rico ni al pobre porque es pobre; ni debemos dejar que mueva nuestro ánimo motivo alguno de amistad o de enemistad;
    
10.que, los tiempos han cambiado, que nuestra población ha crecido y la tierra está falta de fertilidad y de labor inteligente e intensa, y gravita sobre nosotros la amenaza sombría de un creciente y profundo malestar social. Y si antes, en tiempos bonancibles, podíamos sin gran riesgo encomendar nuestros asuntos a hombres pasivos, conformándonos con que no hicieran nada malo, hoy es forzoso reconocer que no basta no hacer nada malo, sino que es urgente pensar y actuar y buscar sin descanso la fórmula que nos haga fuertes contra la arremetida pavorosa del hambre y del crimen;
    
11.que, los hombres patriotas, es decir, los que han probado su amor al país, terciando en todos los debates, en la prensa y en la tribuna, y sacrificándose por la colectividad, esto es, aquellos que han estado luchando, alejados del poder y de las sonrisas del gobierno..., no es justo, ni siquiera decente, que ahora sean postergados por los que jamás se significaron en la vida pública ni se interesaron por las cosas del pueblo, es decir, por los que, durante todo el fragor del pasado combate, han vivido retirados en su hogar o en sus negocios o a la sombra del favor gubernamental. Si tal postergación se realizara en Puerto Rico, habría que pensar que la corrupción iniciada en tiempos pasados... nos había hecho para siempre inaccesibles a toda noción de justicia e incapaces e indignos del progreso y de la emancipación;
    
12.que, si somos débiles, que si no sabemos elevar nuestro corazón a la altura que las actuales circunstancias demandan, que si los hombres que ponemos al frente de nuestro ejército no son los paladines expertos y esforzados y probados que exige lo difícil del momento, caminaremos ciegos a un desastre seguro...



 VOCABULARIO


  1.Lila= Fatua, simple, boba.

  2.Sempiternos= Constantes, persistentes, insistentes.

  3.Aspirar a la mano de doña Leonor= Pretender alguna posición de poder o mando.
  
  4.Preñado= Lleno, cargado, saturado.

  5.Pesar= Tener importancia, influencia, ascendiente.

  6.Hondos= Intensos, extremados, formidables.

  7.Oscuros= Difíciles, dificultosos, complicados.

  8.Intrincados= Embrollados, confusos, oscuros (ver núm.7).

  9.No saben de la misa la media (no se enteran ni de la mitad de la misa)= Expresión usada para indicar que alguien no está enterado de algún asunto.

10.Pueril= Fútil, trivial, infundado.

11.Garbo= Elegancia, gracia, donaire.

12.Plegadizos= Que ceden o se someten fácilmente.

13.Adictos= Seguidores, partidarios, simpatizantes.

14.Figurando= Destacándose o brillando en alguna actividad.

15.Medrando= Mejorando de fortuna aumentando sus bienes.

16.Ver el pie de que cojean= Conocer los vicios o defectos que adolecen.

17.Pedigüeños= Aprovechados, explotadores,

18.Estériles= Que no dan fruto o no producen nada.

19.Frescos= Desvergonzados, descarados, insolentes.

20.Sinvergüencita= Diminutivo de sinverguenza. Bribón, pícaro, desvergonzado.

21.Callandito= Diminutivo de callando. Personas que hacen las cosas con silencio, reserva o disimulo.

22.Hipocritita= Diminutivo de hipócrita. Los que fingen o aparentan lo que no son o lo que no sienten.
                         
23.Volver a las andas= Se usa para indicar que se reincide en algo.

24.Burda= Tosca, inculta, vulgar.

25.Superstición= Creencia contraria a la razón.

26.Funesta= Desgraciada, ominosa, aciaga.

27.Bonancibles= Tranquilos, serenos, plácidos.

29.Pavorosa= Espantosa, terrible, horrorosa.

30.Terciando= Tomando parte, interviniendo en las acciones.

31.Colectividad= Comunidad, sociedad.

32.Significaron= Que se destacaron o se distinguieron por alguna cosa.

33.Fragor= Enredo, jaleo, pendencia.

34.Paladines= Defensores denodados de alguna cosa.


viernes, 2 de noviembre de 2012

ME DIJO Y LE DIJE [I]




ME DIJO Y LE DIJE [I]
(Fragmento del artículo de 1915 Me Dijo y le Dije [I])




Me dijo:--No hay nada en el mundo mejor que la ilusión.

Le dije:---No hay nada en el mundo peor que la ilusión.

Me dijo:--La ilusión es el almíbar de la vida.

Le dije:---La ilusión es el veneno de la vida.

Me dijo:--Dime si tienes ilusiones y te diré si tienes dicha.

Le dije:---Dime si tienes ilusiones y te llamaré desdichado.

Me dijo:--Yo estoy en el mundo porque tengo ilusión.

Le dije:---Yo estoy en el mundo porque no tengo ilusión.

Me dijo:--Caramba, amigo, ¡qué escéptico es usted!

Le dije:---Caramba, amigo, ¡qué cándido es usted!

Me dijo:--Si no fuera porque la ilusión me tiñe de rosa las cosas, yo le tendría horror a las cosas.

Le dije:---Si no fuera porque miro las cosas sin ilusión, esto es, sin teñirlas artificialmente de ningún color, las cosas perderían su interés para mí y pensaría en ahorcarme.

Me dijo:--La realidad sin ilusión es horrible.

Le dije:---La realidad falseada por la ilusión es idiota.

Me dijo:--Sin ilusión no habría mujer bonita ni amigo fiel.

Le dije:---Valiente belleza la de la mujer bonita y valiente fidelidad la del amigo fiel, si sólo existen a condición de que se las mire a través de un velo de ilusión.

Me dijo:--Despojarse voluntariamente de toda ilusión es suicidarse.

Le dije:---Taparse los ojos voluntariamente con antiparras, sean del color que sean, es condenarse a no ver, que es algo peor que condenarse a muerte.

Me dijo:--¿Pero qué saca usted con ver por ahí solamente maldad, sufrimiento y traiciones?

Le dije:---Aunque no sacara más que ver de cerca y en sus múltiples aspectos la maldad, el sufrimiento y la traición, con eso ya tendría. Tan interesante es la maldad como el bien, el sufrimiento como la felicidad, la traición como la fidelidad.

Me dijo:--Calle usted, hombre, el mundo visto de cerca es nauseabundo como una cloaca.

Le dije:---Entonces quedamos en que el escéptico aquí es usted, para quien el mundo es una cloaca, y no yo, para quien es un gran espectáculo digno de contemplarse.

Me dijo:--No me convence usted. Si para ser feliz es preciso no ver, prefiero quedar ciego de remate.

Le dije:---No esperaba convencerle. Jamás se convenció nadie en una discusión. Pero conste que si la felicidad de usted es cosa tan efímera y cobarde que la ahuyenta y disipa un soplo de realidad, venga la realidad, y quédese usted con su felicidad, pánfila felicidad que no es más que un embeleco propio para entretenimiento de niños o bobos, y no para hombres. Para hombres llenos de la noble ansia de conocer.

Me dijo:--No blasfeme usted. La felicidad es el fin único de la vida. No hay nada más grande que ella.

Le dije:---El blasfemo es usted. La vida es demasiado grande, demasiado inmensa, para suponerla al servicio de los pequeños anhelos de un hombre o de un millón de hombres. el fin único de la vida es ella misma: vivirla, esto es, sentirla, esto es, descender a sus más hondas simas y subir a sus más altos picachos. Somos de ella, de la vida, como la hoja es del árbol, y no ella de nosotros, y el gesto de niñitos mimados con que le pedimos machaconamente fruslerías y confites es absurdo y risible. ¡Estaría bueno que tantas cosas excelsas como vemos y concebimos en las cosas, y más allá de las cosas, no tuvieran otro objeto que el muy ruin de hacer resbalar confititos muy almibaraditos por el paladar de tanto gorila macho y hembra como puebla el mundo!

Me dijo:--De modo que para usted la felicidad no vale nada.

Le dije:---Vale tan poca cosa como su enemiga la infelicidad. La vida no es felicidad ni infelicidad: es realidad. Y puesto que a la vida pertenecemos como la parte al todo, lo más inteligente es, no obstinarse en que ella se adapte a nosotros, sino nosotros a ella, y, por consiguiente tratar de vivir lo más intensamente posible. ¿Y cómo lograremos vivir lo más intensamente posible? Pues "realizándonos", expresando lo que tenemos dentro, siendo siempre nosotros mismos, y tratando, en fin, de poner algo de nosotros en todo cuanto hacemos o decimos.

Me dijo:--No me convence usted. Viva la ilusión.

Le dije:---No le convenzo a usted ni vine al mundo a convencer ballenas; pero muera la ilusión, enemiga de la "realización", y por lo tanto,  destructora de la vida.




VOCABULARIO




  1.Antiparras= Anteojos, gafas, espejuelos.

  2.De remate= Expresión coloquial para intensificar la expresividad de ciertas frases.

  3.Pánfila= Cándida, tonta, bobalicona.

  4.Embeleco= Juego o cosa fútil, de poca importancia.

  5.Machaconamente= Que se repite insistentemente.
  
  6.Fruslerías= Cosas de poco valor o de poca substancia.

  7.Confites= Pastas cubiertas de azúcar para hacerlas más agradable al paladar.

  8.Almibaraditos= Muy dulces.