martes, 24 de junio de 2014

AQUILATACIONES (5)






AQUILATACIONES (5)
(Artículo de 1916)




     Ahora que hemos tenido una compañía de Ópera en el Municipal, y puesto que en esta sección del periódico se trata siempre de aquilataciones artísticas, tenía yo el propósito de escribir algo muy docto, muy erudito sobre la ópera, esa manifestación artística tan del gusto de las gentes bien educadas. Con una buena mano de enciclopedia --ya se sabe lo mucho que éstas abundan-- me hubiera yo puesto en excelentes condiciones para tratar de la materia tan por lo catedrático, que seguramente habría conquistado la admiración general. Pero es el caso, señores míos, que el germen de salvajismo que hay en mi condenada naturaleza es tan grande, que, después de haberme tomado el trabajo de proveerme de la célebre Enciclopedia Británica, y de abrirla por la palabra ópera, los nervios se me han alborotado y la pluma se me ha resistido y rebelado de tal modo, que, una de dos: o mando la reverenda enciclopedia a paseo y no digo esta boca es mía y renuncio a lucirme a tan poca costa, o parto por la calle de en medio y le alzo la compuerta a la represa de mis sentimientos, y digo lo que pienso, o mejor, lo que siento de las óperas. No hay que decir que entre las dos cosas prefiero la última, y que, alzada la compuerta, ya no hay quien me salve de la ignominia de confesar "urbi et orbi" que las óperas no sólo no me gustan como le gustan a todo el mundo, sino, que al contrario, me molestan y me joroban escandalosamente. ¿Por qué? Qué sé yo: sería cosa muy larga y muy difícil de contar, pero el caso es que mientras más me encariño con la música pura, más me repugna la híbrida y absurda mixtura esa de música y drama que hay en la ópera. Me gusta mucho el drama, pero reniego del drama burdo en que la vida se me presenta tan violentamente desfigurada y sacada de quicio que para enterarme de la simpleza de que Pepe está enamorado de Juana, quien a su vez lo está de Antonio, cosa que no debiera interesar más que a las jovencitas ingenuas que sueñan sueños de Juan de Dios Peza y de Nuñez de Arce, tengo que soportar que me lo digan gorjeando o berreando desaforadamente.
     ¿Qué diablos de ambiente de realidad, de verdadero y emocionante conflicto dramático puede haber entre tipos tan falsos, tan chocantes, tan groseramente ridículos como los tipos de las óperas? ¿Cómo puede conmovernos la babosa bobería amorosa que por regla general desespera al tenor, si nos la presenta andando por la escena como un saltamontes o como quien se tira a fondo en un lance de esgrima, o volviéndose más meloso que una jalea, o dando alaridos y cuadrándose e inflándose todo como si fuera a reventar para obsequiarnos al final de su patética narración con un estrepitoso do de pecho? ¿Cómo es posible compadecer de veras a la tiple y llorar con ella si a lo mejor, en lo más recio de la trifulca, se nos descuelga haciendo cadeneta con la voz y compitiendo en gorgoritos con la flauta? Dan ganas de decirle a la tiple: señora, si tiene usted la imperdonable mentecatez de creer interesante a ese tenor de voz barrigona  o amerengada que a cada instante se le viene a usted encima a paso de esgrima poniéndole los ojos en blanco y esponjándose como un pavo real para soltarle desaforados gritos, y quiere usted que nos enteremos, háblenos en cristiano, o sálgase de aquí a buscarse un canario y cuéntele lo que le pasa, y si no se lo cuenta al canario cuénteselo a su abuela, porque lo que somos nosotros, ni una papa entendemos.
     Y no es que aspire yo a que en el teatro tengamos una exacta, literal y enfadosa reproducción de lo que pasa en la vida, pues demasiado sé que esto es fotografía y no arte, pero sí aspiro a que se me represente la vida, esto es, a que se me ponga delante de una manera sintética aquella parte de la vida que contiene más intensa, más palpitante expresión de realidad.
     Pero ¿y la música? --se me dirá--. Y yo contesto que mi impresión de la música es tan mala como mi impresión de los dramas fastidiosos, chillones, y grotescos de la ópera. Pero ¿y por qué? --se me volverá a decir--. Y yo respondo otra vez que qué sé yo, pero que siempre he creído, Dios me lo perdone, que la música de la ópera es a la verdadera música como el churriguerismo a la arquitectura y como los dramones del cine son al verdadero drama. La música de la ópera me parece aparatosa, efectista, chillona, hueca, falsa. Cuando no es insoportable de pesadez, vulgaridad y vacuidad, es insoportable de artificioso, hipócrita, amanerado, ñoño y empalagoso azucaramiento. Yo no niego que hay momentos musicales en algunas óperas verdaderamente grandes y geniales, pero afirmo que, una de dos: o no tengo temperamento yo para la música, y entonces no me explico la sincera afición que tengo por Bethoven, Greig, Chopin, Wagner (cuyas óperas no son tales óperas, sino grandes sinfonías en que la voz se utiliza como un simple recurso orquestal), o tengo razón al afirmar que los buenos momentos de verdadera inspiración en las óperas son tan poco frecuentes y están tan ahogados en un mar de ramplonería efectista que no vale la pena de irlos a pescar con el sacrificio de tiempo, de bolsillo, de comodidad, de sentido estético y hasta de sentido común que impone a sus devotos esa fastidiosa, majadera, charlatana y pintarrajeada vieja que se llama la señora Ópera, tan del gusto de las gentes bien educadas y tan del disgusto de los jíbaros cimarrones como yo. La cual vieja pintarrajeada, o mucho me equivoco, o está llamada a desaparecer muy pronto, dada la gran velocidad con que vamos evolucionando todos los humanos con la sola excepción, por supuesto, de las personas bien educadas (para los cuales no hay otra evolución posible que la de una pulgada de más o de menos en el ancho de los pantalones o en la solapa de la chaqueta o del frac).




VOCABULARIO




  1.Mando... a paseo= Se usa para manifestar desagrado o desaprobación de lo que se hace.

  2.Ignominia= Descrédito de quien ha perdido el respeto de los demás a causa de una acción indigna.

  3.Urbi et orbi= A la urbe y al orbe (a Roma y al mundo). A todo el mundo sin restricciones.

  4.Burdo= Tosco, grosero, inculto.

  5.Sacada de quicio= Sacarlo de su natural estado.

  6.Juan de Dios Peza (1852-1910)= Poeta lírico mejicano cuyos poemas se caracterizan por sus exageraciones románticas.

  7. Núñez de Arce= Gaspar Núñez de Arce (1834-1903)= Poeta español quien en su obra siempre buscó conscientemente la sencillez expresiva y sostenía que el ritmo, el metro y la rima lo era todo en el verso.

  8.Gorjeando= Imitando los quiebros de los sonidos que hacen los pájaros al cantar.

  9.Tiple= Persona que tiene la más aguda de las voces humanas. Soprano.

10.Gorgoritos= Gorjeos (ver núm. 8).

11.Sintética= De manera compendiada, condensada.

12.Churriguerismo= Churrigueresco= Estilo arquitectónico empleado por José Benito Churriguera y caracterizado por una exuberante ornamentación.

13.Dramones= Obras teatrales de escasa calidad literaria.

14.Aparatosa= Ostentosa, pomposa, jactanciosa.

15.Efectista= Falsa, artificiosa, sensacionalista.

16.Ñoño= Que muestra sentimentalismo o sensibilidad exagerados.

17.Ramplonería= Vulgaridad, simpleza, falta de calidad.

18.Pintarrajeada= Mucho y mal pintada.

19.Cimarrones= Dícese de las personas incultas, toscas, rústicas.

20.Frac= Traje de etiqueta masculino que tiene por detrás dos faldones.






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